EL DISCRETO ENCANTO DE UN ESCONDITE QUE AMANECE ENAMORADO
Ahí estaba él, como siempre puntual, regio, completo, magnífico.
De hecho no hubo sorpresa, siempre llega, siempre.
Y a pesar de su rutinaria presencia, de su encanto repetido y hasta antiguo, aún mueve mi sangre y me acelera el pulso.
Y entonces por buscar romper lo de siempre me escondí y observé.
Me daba risa, estar ahí agachada, con pequeñas lagartijas, hormigas, pelícanos, pero pudo más la intriga, ¿vendrá aunque no me vea?
¿vendrá magnífico como siempre, o habrá perdido brillo al no tener mis ojos para encandilar?
Nerviosa, quieta, silenciosa y expectante aquí estoy y entonces compruebo que no es él, que soy yo, bueno no yo, que son mis ojos, que es mi sangre que es eso que el sembró en mi, su encanto antiguo, su rutinaria y preciosa presencia.
Y aquí sigo escondida, asombrada, enamorada, sin perderme ni un rasgo, ni un movimiento, acompañada por el ruido del mar que nunca se calla, que me permite suspirar sin que él se entere, solo el pelicano observa, de lejos.
FOTO: JOSE MILLAN @josemillan