VIERNES 21 DE JUNIO SOLSTICIO DE VERANO
PRIMER DIA DE RUTINA, CON PUENTE Y COACH
Abro los ojos y todo sigue ahí.
Quieto, nada se ha movido.
Quizás el tiempo sí, pero no hay ningún reloj.
Menos mal.
Los vuelvo a cerrar, solo está, nuevamente el silencio, y eso no me gusta.
El silencio solamente habla del miedo.
Los muertos son endemoniadamente silenciosos.
Terriblemente silenciosos.
En el silencio de la noche bien entrada en la madrugada, el silencio es sospechoso de prepara emboscadas en cualquier momento.
Si no ¿porqué cualquier ruido, por suave y sedoso que sea, nos pone los pelos de punta?
El silencio es cómplice de cuanta cosa horrible y amoral existe en este mundo.
En silencio se piensan y traman los crímenes más asquerosos de los quese leen en la prensa.
¡Silencio¡ Es lo primero que te dice el ladrón, el secuestrador.
¡Silencio¡
Y jamás he podido vivir en silencio.
No podría.
Mi mente no para.
Mi lengua busca la palabra, cualquiera y habla.
A veces habla sin mí. Desprendida de mi se larga y discursea.
Y lo hace bien. No aburre.
En realidad, soy inteligente.
Sin embargo se me pide silencio.
Silencio para encontrar la esencia de la vida.
El porqué.
El equilibrio parece que solamente está en guardar silencio.
Así que vivo montada al borde de un largo, inmenso puente colgante, casi infinito, en el que ni siquiera sé, si hay abajo.
Sé que arriba, hay. Hay estrellas, ellas muestran el silencio. Lo puedo ver. Igual que la luna.
Por eso de noche debo salir y buscar espacios enormes como este puente.
Solo aquí puedo ver al silencio y tratar de entenderlo.
Quizás, solo quizás, si lo veo, así, con este sentido de la vista, lo convierto en algo realmente físico, tangible, aprehensible.
Quizás entonces las clases de Zen y de meditación tengan algún sentido.
No hay silencio en esas clases.
Hay frufrú de la ropa.
Ahí están todos.
Eso no es silencio. No para mí. Estamos quietos y callados. Pero el corazón late.
Lo sé.
No hay duda.
La luna si es silencio.
Las estrellas si son silencio.
Aquí en el puente. Estoy en silencio.
Mi lengua que parece que ni está. Mi boca está cerrada, perpleja por su ausencia.
Aquí subida no sé si hay abajo.
Pero estoy segura de que durante el tiempo que tarde en llegar abajo, habrá solo silencio lleno de terror, pánico total lleno de silencio.
Silencio para regresar al centro, al equilibrio perfecto. Zen, yin y yan.
El nirvana.
El silencio de los muertos, pero vivo, sintiendo de verdad.
Solamente falta soltarse.
Cierro los ojos, ahí está mi silencio.
Quieto. Nada se mueve.
Quizás el tiempo sí, pero no hay reloj.
Menos mal.
Me suelto.
Excelente María!
El blanco, la novedosa forma de usar las palabras. Te arriesgas. Me haces sentir orgullosa. Avanzas.
El silencio, por mas que nos cueste creerlo, puede convertirse en nuestro mejor amigo. Ojalá lo logres. Es mi mayor deseo.
Cuanta vida querida, cuanta energía. Me emocionas.
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Tengo la piel erizada! Entraste en mi castillo y estas cómoda en éI. Igual que yo en tu sala de dibujitos.
Ahora sé que vale la pena seguir. Mil gracias por tomarte el tiempo y comentar. El silencio es una conquista infinita para mi. Pero cuando escribo, corrijo y ahora lo expongo, ahí, hay profundo silencio y entrega. Más gracias!
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Gracias por entrar en el castillo. Gracias por tomarte el tiempo de leer y contarme.
Tu has estado en este proceso y me has permitido entrar en tu sala de tapices/dibujitos/obras, para perder el miedo.
Alli encontré la valentía y el coraje. Este escrito cumple un año. Justo cuando comencé a entrometerme en tu sala, entre tus amigos. Sintiéndome usurpadora.
Gracias Claudia por dar sin darte cuenta. El cielo lo tienes listo.
Amé a Tecla desde la lejanía. Me enseñó mucho. Ahora su hija… Huellas enormes de las que venimos amiga!!!
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